Cada vez el invierno está más cerca, las primeras bajadas de temperaturas se están haciendo notar ya y con ellas nuestra piel va a empezar a sufrir más, especialmente la de nuestro cutis, ya que se trata de la zona donde ésta es más fina. Además, es la que siempre está expuesta a los factores medioambientales, como la lluvia, el frío o la nieve.
El intenso frío y el viento son dos factores que contribuyen a que nuestra piel se reseque y termine agrietándose, por una falta de hidratación. Especialmente las personas con pieles secas deberán de procurar estar constantemente hidratadas tanto por dentro como por fuera, para evitar que su piel se resienta más y presente siempre un aspecto liso y suave.
Del mismo modo que hay que mantener la piel bien hidratada para evitar lo mencionado, también debemos protegernos del sol, sobre todo si te animas a ir a la nieve, ya que el reflejo del sol puede causar graves lesiones a la piel, como quemaduras.
Además el invierno puede hacer que haya un aumento de la producción de radicales libres y, por tanto, empiecen a aparecer algunos signos propios del envejecimiento. Por eso es importante, que no te falte vitamina C ni en tu cuerpo ni en tu piel y tampoco los antioxidantes.
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