Las duchas tienen un simbolismo inevitable que va mucho más allá de la mera higiene: el autocuidado personal. Es ese momento del día en el que aparcas todos los pensamientos relacionados con responsabilidades y quehaceres y te concentras exclusivamente en darte amor. En estar ahí contigo. En mimarte. En tratarte como te mereces. Las consecuencias secundarias son geniales, como sentirte limpia o sentir que tu piel se encuentra en perfectas condiciones, pero lo importante son las sensaciones y el mensaje que te envías a ti misma. Ese que dice «me importo y me dedico tiempo». En concreto, tiempo para una rutina facial y de spa en la ducha. Te explicamos cómo llevarla a cabo.
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