¿Te ha faltado alguna vez el aire? Cuando a la piel le falta oxígeno le ocurre algo parecido. Si los órganos vivos no funcionan como deberían sin oxígeno, la piel tampoco.
Actualmente son muchos los factores los que afectan directamente a nuestra piel, como la contaminación y la polución, una limpieza insuficiente del rostro, llevar una mala alimentación… y ¡también el sol del verano!
El sol provoca que se acumule un exceso de grosor córneo en la superficie de la piel, impidiéndola respirar. Al asfixiarse, salen granitos y, en definitiva, la piel no recibe suficiente oxígeno.
Entonces, ¿cuál es la solución? Aparte de limpiarte bien el rostro todos los días, debes oxigenar la piel, ya que eliminarás las impurezas de la piel, ayudarás a que las células respiren y, por tanto, que puedan realizar sus funciones habituales sin problemas.
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