Las pieles grasas se caracterizan por tener un manto protector rico en sebo, que es la grasa que la propia piel lubrica. Este exceso favorece la protección de la piel contra las agresiones externas, pero dificulta la normal respiración de esta, lo que comporta que el sebo que se forma vaya quedando retenido en los folículos y aparezcan los tan temidos granitos.
Dentro del mundo de las pieles grasas nos podemos encontrar las que solo tienen brillos en determinadas zonas, las que presentan pequeños granitos o puntos negros, las que llegan a tener acné o aquellas que la grasa les llega a una edad avanzada y combinan la grasa con las arruguitas.
Estas pieles también se caracterizan por la presencia de zonas con sensibilización y deshidratación, así que cuando se plantea una cura para este tipo de pieles es fundamental tratarlo todo.
Para tratar una piel grasa lo primero que tenemos que hacer es limpiarla en profundidad varias veces al día (mañana, noche y, si es posible, también al mediodía). Con estos pasos garantizamos la total respiración de la piel y evitamos que se formen granitos y puntos negros. Puedes usar una buena mousse, no astringente, que limpie en profundidad pero que cuide la piel.
Aunque cada piel grasa puede tener una característica diferente podemos decir que existen tres necesidades comunes a tener en cuenta:
- La necesidad de regular la grasa sobrante con productos seboreguladores para evitar los brillos y sensación oleosa.
- La necesidad de curar y evitar los granitos resultantes con productos que activen las defensas inmunológicas de la piel.
- La necesidad de suavizar y afinar la piel y atenuar el poro dilatado para evitar que vuelva a llenarse de grasa.
No te preocupes, de ahora en adelante, redactaremos una serie de posts que te ayudarán a cuidar tu piel grasa.
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