Cada estación deja su huella en la piel, y el invierno no es la excepción. Es común notar mayor sequedad, tirantez o sensibilidad debido a la combinación del frío exterior y la calefacción en interiores, factores que alteran su equilibrio y bienestar.

Seguro que ya lo sabes de otros años: llegada del frío, el cambio horario, el descenso de horas de luz… son elementos que pueden hacer que la piel se resienta. Esto se puede traducir en una falta de luminosidad y elasticidad a la que podemos ponerle freno con una buena alimentación, un poco de ejercicio y tratamientos que nos aporten aquello que nuestra piel necesita.

Lo de poner tu piel a punto después de las vacaciones veraniegas te lo sabes muy bien. Casi no necesitas que nadie te lo recomiende: es obvio que tantísimas tardes de calor, tantísimas noches de sudor y tantísimo desbarajuste en tus rutinas de siempre hacen mella en el estado de tu piel. Lo notas. Lo tienes en cuenta. Pero con las vacaciones navideñas es diferente. No hay tantos artículos de revistas ni de blogs diciéndote lo desafiante que son para tu aspecto. No hay tanto debate alrededor. Y no son solo las fiestas en sí: también la vuelta a la rutina esconde sus particulares trampitas. ¿No las conoces? Pues nosotras vamos a ponerte al día con todo lo que necesitas saber.