¿Sientes que tu rostro tiene menos luz? ¿Te parece que haces “mala cara”? ¿Pasas por una época de estrés y tu piel acusa el cansancio? Si sigues una serie de hábitos saludables y utilizas tratamientos específicos, podrás recuperar la luminosidad natural perdida e, incluso, incrementarla.
Causas de la pérdida de luminosidad
Un ritmo de vida frenético, pocas horas de sueño, utilizar tratamientos que no son adecuados para nuestra piel, fumar, no desmaquillarse por la noche… Todo esto puede ocasionar pérdida de luminosidad en nuestro rostro, además de afectar otros aspectos de la piel como la hidratación, la elasticidad, la regeneración, etc.
Tratamientos específicos que te ayudan
- Productos limpiadores. Aunque no te maquilles, al final del día tu rostro acusará los efectos del sol, la polución, el estrés, etc. El primer paso en tu rutina de belleza debe ser siempre la limpieza, ya que una piel libre de impurezas es una piel más uniforme y más preparada para absorber el 100% de los tratamientos posteriores. Ahora puedes encontrar limpiadores en diferentes texturas para que te sientas cómoda cuando los utilices y se convierta en un momento placentero. ¡Pregúntale a tu esteticista!
- Exfoliación. Los exfoliantes eliminan las células muertas de la epidermis y promueven la regeneración de la piel, retornándole su suavidad, flexibilidad y buena apariencia.
- Hidratantes con vitamina C. Los tratamientos que contienen vitamina C aportan una acción energizante y/o revitalizadora gracias a su efecto antioxidante que neutraliza los radicales libres. Además, estimulan los fibroblastos (células que producen colágeno) y mejoran la micro-circulación cutánea para una piel radiante.
Y sobre todo, cuida de tu salud
- Hidratación. No beber suficiente agua también se traduce en una piel más deshidratada y, por lo tanto, con menos elasticidad y más expuesta a las inclemencias del tiempo (en todos los sentidos). Los expertos recomiendan beber de 1,5 l a 2 l de agua al día para mantener el organismo (y la piel) en condiciones óptimas.
- Dieta equilibrada. Proporciónale a tu cuerpo todas las vitaminas y minerales que necesita. Sobre todo, toma verduras y frutas y evita los fritos, bollería industrial… y todos los alimentos ricos en grasas y azúcares en general.
- Ejercicio físico. ¿Te has dado cuenta que después de hacer deporte tu piel está más reluciente y con más color? Eso es debido a que favorecemos la circulación de la sangre por todo el organismo; nuestro corazón bombea más y con fuerza, y además de todos los beneficios cardiovasculares que eso conlleva, tu piel también lo nota.
- Dormir. Durante la noche, nuestro organismo aprovecha para reparar todos los “daños” acumulados durante el día a todos los niveles. Duerme, entonces, un mínimo de entre 6-8 horas diarias, y utiliza un tratamiento nocturno especialmente formulado para ayudar a la regeneración celular de tu piel… ¡y despiértate como nueva!
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