Ya estamos en marzo, enfocados hacia la primavera que nos llegará en unas semanas, pero todavía hemos de guardar la piel del frío que este año nos ha llegado bastante tarde. Este es un momento crucial para despertar la piel y hacerla “florecer” como se merece.
El frío hace que nuestra piel se reseque y se note más tirante. En ocasiones hasta se altera e irrita como consecuencia de una falta de protección superficial. Los cambios bruscos de temperatura, entrar en ambientes cerrados muy acondicionados con calefacciones a altas temperaturas que tienden a secar y deshidratar la piel. A esta combinación se le suma que en las calles las temperaturas son bajas y hace que nuestros capilares sufran y en ocasiones se rompan, provocando las temidas telangiectasias o fragilidad capilar (rotura de capilares).
El frío invierno también hace que nos regalemos duchas y baños con agua bien caliente para que el cuerpo entre en calor. Esto ocasiona un desequilibrio de nuestro manto hidrolipídico protector que también altera las capas más superficiales de la piel. La piel tiende a descamarse, volverse blanquecina e incluso nos provoca picores. El agua caliente está bien pero no debemos quemarnos.
Con estas condiciones la piel necesita un cuidado de urgencia. No sabemos cuantos días más durará el frío pero tenemos que empezar a despertar la piel de su letargo.
Paso a paso
Lo primero es hidratarla; aportar agua hace que nuestras células puedan alimentarse y trabajen correctamente. El agua es el medio por el que nuestras células se comunican y hacen sus intercambios de nutrientes.
Cuando conseguimos equilibrar los niveles de agua, el segundo paso es renovarla. El frío seca la piel, y muchas células son sacrificadas en la superficie como mecanismo de defensa. Eso ocasiona que el grosor córneo sea demasiado grueso y la piel no pueda respirar correctamente. Para evitar la asfixia y la desvitalización cutánea, la exfoliación ha de ser un básico para su mantenimiento. Renovar día a día el exceso de células muertas hace que nuestra piel instintivamente se repare y empiece a regenerarse.
El tercer paso y no menos importante, la regeneración. El invierno es para nuestra piel una época de calma, como en las plantas, está soportando las condiciones del frío como puede y el proceso de reparación se ralentiza. Así, empezar a cuidar la piel desde dentro hará que con la llegada del buen tiempo nuestra piel esté perfectamente activa. Una propuesta de regeneración: Eternal. Nuestras células empiezan a activarse y a crecer hacia la superficie dando la oportunidad a una nueva piel, unas nuevas células que protejan y cuiden nuestro bien más preciado, nuestro cuerpo.
Es muy interesante!!!
Consejos y rutinas muy útiles